Columna publicada el 26 de junio de 2009 en el Nuevo Día:
La mosca de la recesión por Mildred Meléndez Otero
Recién estos días el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mató una mosca de una forma tenaz y efectiva. Haciendo a un lado los factores entrevista y televisión, Obama demostró cuán humano y cuán común y corriente es ante los vítores del periodista y el equipo de filmación.
Más interesante resultó su reacción: “Eso fue muy impresionante, ¿no? Maté a esa imbécil”.
Durante esa entrevista, realizada en la Casa Blanca, y editada y presentada por CNBC, Obama discutió sobre los temas de la economía, las acciones del gobierno de Irán, el plan de salud y el escrutinio público que ha afrontado y aún le queda por enfrentar.
Pero lo interesante sería conocer cómo Obama va a hacerse cargo de otro asunto mucho más imponente: la mosca de la recesión económica.
En ese sentido, Obama es honesto y realista al declarar que no va a ser fácil. “Estamos trabajando duro para construir unos nuevos cimientos para un crecimiento económico sostenido. No va a ser fácil”, dijo el primer mandatario cuando anunció el plan de reformas al sistema bancario con el fin de prevenir futuras crisis financieras.
Dicho plan requerirá que las principales instituciones bancarias aumenten sus reservas de dinero para evitar, de esta forma, que se llegue a onerosos riesgos. Para eso, tendrá que, como todo proyecto gubernamental, esperar por la aprobación del Congreso.
La reforma también vislumbra el desarrollo de una Agencia para la Protección Financiera del Consumidor, que vele por los intereses de los ciudadanos. Obama representa para el colectivo mundial la visión de cambio.
Pero mucho más que eso, representa un ser humano más cercano y más real que lo que suele ser un mandatario, pero que deberá demostrar cómo va a eliminar esa mosca y tantas otras sin perder un ápice de esa humanidad.
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